lunes, 24 de marzo de 2014

SU TRAJE DE BUFÓN

Puedo, por mi propio esfuerzo, renunciar a todo y encontrar la paz y el reposo en el dolor; puedo adecuarme a todo; incluso si ese espantoso demonio -más terrible que la Desnarigada, amedrentadora de los hombres-, incluso si la Demencia me pusiera su traje de bufón delante de los ojos, y yo comprendiese por sus gestos que me tocaba vestirlo, podría aún salvar mi alma, a condición de que sea para mí más importante mi amor a Dios que mi felicidad terrena. Todavía en este último instante puede un hombre concentrar toda su alma en una mirada dirigida al cielo, de donde proceden todos los dones amables, y esa mirada será considerada por él y por aquel a quien busca como una señal de que, por encima de todo, ha permanecido fiel a su amor. Entonces podrá ponerse sin miedo el traje.

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