Los sucesos que uno vive aunque no sean comprendidos, aunque no sean decididos como uno quisiera, de pronto marcan que vivas ciertos hechos o que uno se la pase soñando sobre fantasías que no sucederían nunca. ¿Pero cuál es la referencia que podemos tomar para saber si estamos con vida o somos sujetos del malvado demiurgo que no decide quitarnos la existencia? Me pregunto: ¿Qué más tiene que suceder al pobre Job bíblico para confirmar que la vida tiene algún sentido y hay que mantener viva la esperanza en una creencia? Conozco que soy una partícula ínfima de un grandísimo universo, pero al mismo tiempo me asombra que la vida sea una continuación de decisiones correctas o erróneas, inocentes o culpables, y que al fin nos preocupemos en demasía por no equivocarnos o mantenernos nunca sin atreverse a romper los esquemas rígidos que nos abren la posibilidad de entender que todo se vale, y que acaso lo único que debemos atesorar es nuestra propia vida, porque pensando en hipotéticas vidas lo trascendente sería que no sólo soñáramos lo que no hicimos, sino transgreder las cadenas, abolir la esclavitud, y alcanzar los deseos que nos quedan después de desenmascarar lo estéril de la vida. ¿Por qué acaso uno no ha sufrido en la infancia por querer realizar muchos sueños que aparecen frustrados en la edad adulta? ¿O acaso no ha tenido batallas en cada día de la existencia para evitar ser pisoteado por la envidia de esos enfermos protagonistas de la vida? Pero el veredicto de quién ha vivido o ha jugado mejor este juego llamado vida lo dará el tiempo, soñar que se vive o escribir una novela no es despreciable cuando sabemos nuestro limitado margen para saber si en serio hemos intentado por vivir o nos hemos arriesgado por vivir. Quizá la comodidad que nos da mantenernos sin peligro, sin contrariedad, nos vuelve como simios a la última moda que no se parecen en nada a los nihilistas desesperados que no pueden contenerse en esta prisión de la existencia vacía. Me espanta el saber si soy un sueño de algo que desconozco, o simplemente ser el juguete de alguien que decida poner término a mi vida, me espanta estar con vida o soñar estar con vida.
domingo, 15 de junio de 2014
ESTAR CON VIDA O SOÑAR ESTAR CON VIDA
Los sucesos que uno vive aunque no sean comprendidos, aunque no sean decididos como uno quisiera, de pronto marcan que vivas ciertos hechos o que uno se la pase soñando sobre fantasías que no sucederían nunca. ¿Pero cuál es la referencia que podemos tomar para saber si estamos con vida o somos sujetos del malvado demiurgo que no decide quitarnos la existencia? Me pregunto: ¿Qué más tiene que suceder al pobre Job bíblico para confirmar que la vida tiene algún sentido y hay que mantener viva la esperanza en una creencia? Conozco que soy una partícula ínfima de un grandísimo universo, pero al mismo tiempo me asombra que la vida sea una continuación de decisiones correctas o erróneas, inocentes o culpables, y que al fin nos preocupemos en demasía por no equivocarnos o mantenernos nunca sin atreverse a romper los esquemas rígidos que nos abren la posibilidad de entender que todo se vale, y que acaso lo único que debemos atesorar es nuestra propia vida, porque pensando en hipotéticas vidas lo trascendente sería que no sólo soñáramos lo que no hicimos, sino transgreder las cadenas, abolir la esclavitud, y alcanzar los deseos que nos quedan después de desenmascarar lo estéril de la vida. ¿Por qué acaso uno no ha sufrido en la infancia por querer realizar muchos sueños que aparecen frustrados en la edad adulta? ¿O acaso no ha tenido batallas en cada día de la existencia para evitar ser pisoteado por la envidia de esos enfermos protagonistas de la vida? Pero el veredicto de quién ha vivido o ha jugado mejor este juego llamado vida lo dará el tiempo, soñar que se vive o escribir una novela no es despreciable cuando sabemos nuestro limitado margen para saber si en serio hemos intentado por vivir o nos hemos arriesgado por vivir. Quizá la comodidad que nos da mantenernos sin peligro, sin contrariedad, nos vuelve como simios a la última moda que no se parecen en nada a los nihilistas desesperados que no pueden contenerse en esta prisión de la existencia vacía. Me espanta el saber si soy un sueño de algo que desconozco, o simplemente ser el juguete de alguien que decida poner término a mi vida, me espanta estar con vida o soñar estar con vida.
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